Shawn McDonald – «Storms» [Tormentas]


 

 
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Te invito a que demos una vuelta en auto y para dar un pase por mi ciudad, ¿aceptas?

Claro sé que has de preguntar primero, ¿Mati, tienes auto nuevo?

No, aun no. Pero te invito a subir a mi verdadero viaje que  está dando vuelta en mi imaginación.

Pero antes que aceptes, quiere decirte lo pienses bien, ya que tengo dos noticias que darte, una es mala y otra es buena.

La mala es que no sé cómo, pero en medio del viaje vamos a tener un accidente. Pero no un accidente de un toquecito de automóvil común, sino más bien un grave accidente de tránsito, como tú nunca has soñado estar.

La buena es que más allá de lo grave que pueda parecer la mala noticia, que más allá del accidente, te puedo asegurar que todo de una manera u otra ha de salir bien.

Ahora bien, vuelvo a preguntarte ¿aceptas?

Suponiendo que eres medio masoquista, que te apegas de la adrenalina, y confías en mi palabra, que te haya llevado a aceptar, te invito a que subas al auto, ponte el cinturón de seguridad, mientras que enciendo el aire acondicionado (es que este fin de semana hace demasiado frio) y comencemos este hermoso viaje.

¿Dónde iremos? Creo que he de sugerir algún lugar característico de mi ciudad, el campo :)… iremos tras las sierras visitando algún bello lugar… o al menos allí he estado deseando ir desde hace algunos días, al menos por un momento.

Luego de unas horas de viaje llegamos algún bello lugar, desde un lugar alto puedes observar un bello paisaje, que te fascina y te enamora el lugar de tan solo poder contemplar esa hermosa creación esculpida de la mano de nuestro Dios. Pero lamentablemente unas nubes de tormentas comienzan avecinarse por ello, suspenderemos el viaje y retornaremos a nuestros hogares.

Nos subimos te pones nuevamente el cinturón de seguridad, mientras que nuevamente vuelvo a encender el aire acondicionado ya que el frio se está sintiendo cada vez más.

En el viaje todo normal, venimos por la ladera de las montañas contemplando el paisaje mientras comienzan a oscurecer rápidamente y una tenue llovizna comienza a caer haciéndome encender el limpia parabrisas del auto. A lo lejos vemos un vislumbre de una luz, el cual es de un auto que viene de frente a unos kilómetros de distancia.

A pesar que falta mucho para pasar el auto, podemos ver que un segundo auto aparece en la carretera de frente, al parecer está intentando pasar al primero. No hay porque preocuparse ya que hay una distancia significante para que pueda pasarse entre ellos. Por lo tanto seguimos conversando. No pasa mucho tiempo que interrumpo la charla y te hago ver los dos autos… ya están más cerca pero al parecer no están tratando de pasarse sino más bien están jugando una carrera entre ellos. Me miras con temor y comienzas a pensar si realmente deberías haber aceptado subirte al auto.

Mientras te preguntas ello desde nuestro auto le hacemos juego de luces, pero al parecer no se percatan de nuestra presencia por lo tanto tratamos de frenar para que tengan un mayor margen de maniobra, pero la sorpresa de la noche es que la llovizna y el frio ha producido escarchas (bancos de hielo en la carretera) por lo tanto el auto comienza a patinar, me comienzas a mirar con más desesperación,  seguimos haciendo juego de luces,  al fin se alertan de que un auto viene de frente, y a tan solo pocos metros, la maniobra por meterse en su vía, hace que uno de los autos termina tocando de atrás al otro vehículo. De pronto ambos comenzamos a ver como los autos comienzan a perder el control dando trompos uno tras otros.

Ambos nos miramos y pensamos exactamente lo mismo… saltemos del auto ya que vamos a poca velocidad y el choque es inminente con el otro auto. Contamos hasta tres, abrimos nuestras respectivas puertas del vehículo, y nos lanzamos… Pero problema número uno… en tu desesperación ante lo que estaba sucediendo, te olvidaste de sacarte el cinturón de seguridad, por ello es que con fuerzas vuelves a ubicarte en tu asiento. Miras al frente, todavía tienes un margen para saltar, intentas desabrochar el cinturón pero no puedes, jalas con más fuerzas pero algo se atorado, cuando el vislumbre de una luz pasa por tus ojos, levanta tu miradas y ya ves  a uno de los autos a escasos metros del vehículo en que viajas. Tú lo sabes, ya es tarde para saltar, por lo tanto te abrazas al cinturón de seguridad y cierras tus ojos tan fuerte como puedes, esperando la pronta colisión.

A continuación no entiendes nada, abres los ojos y te ves acostado en medio de la carretera, tú lo sabes, el accidente ya ha sucedido, tratas de levantarte sin entender cómo has llegado allí. Al parecer has perdido el conocimiento por un instante, te logras sentar sin muchas dolencias en tu cuerpo, y ves el otro lado de la carretera, giras tu cabeza hacia atrás, y puedes ver los autos chocados, volcados al medio y orilla de la carretera.

De pronto puedes verme que apresuradamente voy corriendo hacia donde estas, pero cuando ya estoy a escasos metros de ti, una explosión sucede. Al parecer unos de los tanques de combustible acaban de explotar. No nos hace daño pero al menos te deja con una ceguera momentánea por el fuerte resplandor de la explosión.

En ese momento llego hacia ti, y tu empiezas entrar en pánico y comienzas hablarme, diciendo palabras tras palabras sin parar. Pero miras mi rostro y no logras entender mi expresión, por ello dejas de hablar esperando que diga algo y así lo hago. Ves que comienzo a mover mi boca pero hay un problema, no eres capaz de escuchar las palabras que digo… comienzas a desesperarte pensando que no puedo hablar y solo escuchas silencio. Comienzas a gritar pero ese no es el problema, sino que comienzas a darte cuenta que tampoco escuchas tu voz. En la desesperación no has podido darte cuenta que no puedes oír, y mientras sigues hablando con angustia y desesperación te tocas la garganta y te das cuenta que tus cuerdas vocales no producen la vibración que acostumbras realizar. Entonces el problema no está en mí, sino que está en ti, no puedes oír ni tampoco puedes hablar… No escuchas a nadie y tampoco te pueden escuchar a ti.

 

Si quieres hacer una pausa, este el momento… porque sé que ya tu cabeza está explotando de la locura, pensando que no puedo tener tanta imaginación de un simple viaje. Pero a la verdad no es imaginación sino es que es parte de mi historia y hasta casi seguro podría decir que también es parte de tu historia.

De seguro te estas preguntando – ¿Cómo? ¿Qué parte de mi historia?

Es loco pero a todos nos ha pasado vivir momentos de situaciones extremas, donde puedes sentirte solo en medio de un valle de oscuridades, las situaciones negativas se producen en tu vida y quizás vez tras vez van en aumento, casi como si estuvieras en el ojo de la tormenta, necesitando de una ayuda urgente, deseas estar con alguien que pueda comprender tu situación pero hablas y sientes que nadie te escucha, quieres oír alguna palabra de consejo que pueda levantarte, sacándote de esa situación, pero es en vano… es como que cada palabra resuenan desde tus oídos a lo profundo del alma haciendo que tu situación duela aún más y raspen de manera dolorosa contra tu corazón. Nadie entiende tu situación y tampoco entiendes porque Dios permite que esta situación suceda en tu vida.

Dios?

Claro! “Como no lo pensé antes” -dices, “eso era lo que hacía falta”-… Entonces levantas tu mirada a los cielos y clamas al Dios todopoderoso!

Pero al parecer, no hay respuesta y solo un silencio profundo se produce calando a lo más hondo del corazón, al parecer esta vez, todo ha de jugar en tu contra, pero insiste en tu pensamiento y pruebas con una nueva oración, pero no hay respuesta alguna.

Sé que lo has pensado, al parecer estas solo por tu cuenta y que el cielo está jugándote una mala pasada. Elevas tu voz, clama, pides, y ruegas pero tus palabras parecen resonar en un eterno abismo. Que el cual, comienza a penetrar tu piel lentamente provocando dolor en tu corazón, pero ¿qué más da? Este dolor ya se te está haciendo costumbre en ti, a tal punto que los pensamientos se te confunden, piensas que eres tú el problema, y entras en un estado desesperación y depresión, hundiéndote en un sinfín de culpas o en los peor de los casos… decides dar la vuelta y tomar un atajo… “Si Dios no puede darme lo que le pido, entonces he de encontrar algo que ocupe mis pensamientos en el mundo hasta que la respuesta llegue”

Déjame preguntarte algo ¿has estado allí? Situaciones extremas, al límite que no te dejan conciliar tu sueño y te mantiene en vela durante toda la noche: problemas familiares, una enfermedad impensada, un padre que te ha abandonado, un divorcio en puerta, la partida de un familiar a una mejor vida, problemas en tu iglesia, no eres comprendido,  no encuentras trabajo, un robo inesperado, tu economía que se hunde cada vez más, alguien jugo con tu corazón, un hijo que vuela de fiebre y las primeras convulsiones aparecen, fuiste excluido nuevamente y eligieron a otro en tu lugar, un pastor o un líder que no te comprende, una estafa que te ha dejado en banca rota, una debilidad, un despido no previsto, no tienes para comer,  etc.

Los casos se repiten uno tras otros, pero cada uno de ellos produce en ti esa sensación que te llevan al lugar menos deseado y quieres hablar con el encargado de todo esto, para pedirle que no sea justa la situación, que no puede ser que te esté pasando esto a ti.

Pero siempre que estas situaciones se presentan he visto como muchos han terminado resolviendo esta situación, en la gran mayoría lamentablemente abandonan a mitad del camino, pensando que con Dios todo debe ser color de rosa, vamos a una iglesia y predican desde el altar de las bendiciones abundaran en tu vidas, o que este año será un victoria tras victoria. Pero a ti, te han dejado a un costado, al parecer no eres parte de ese grupo selecto de bendecidos, y viendo como otros son prosperados (otros que ni siquiera entiendes como pueden ser bendecidos por sus acciones), a ti te ha tocado pasar un nuevo año en medio de la tempestad. Por ello renuncias y abandonas la pelea, quizás te mantienes en una iglesia, pero tu corazón está lejos de Dios. O quizás ya lo has dejado todo y ahora solo buscas vivir el momento.

Sí este es tu caso, déjame decirte que sé que tienes añoranza de aquellos viejos tiempos, que aún lo recuerdas con una cierta nostalgia, y que a pesar que tu mente dicte un pensamiento… tu corazón clama por tan solo vivir esos viejos momentos de felicidad.

Por ello te hago nuevamente la invitación, ¿aceptas subir nuevamente a este viaje con nuestro Dios?

Pero antes que respondas,  pero déjame decirte que no será fácil… que no esperes que todo sea de color de rosas,  incluso nuestro amado Jesús nos advirtió de las adversidades que íbamos a pasar, odio, persecución, familiares en contra, hasta tu misma iglesia y un sinfín de cosas que te harán pensar nuevamente a mitad del camino, si te conviene cargar con tu cruz nuevamente.

Creo que la invitación no es nada buena que digamos, pero puedo asegurarte que a pesar de que pases angustias y adversidades… has de encontrarte con nuestro Creador al final del camino. Que tan solo Dios te está hablando en medio de la dificultad, y que estaba tratando de llevarte a un nuevo nivel. Quizás en tu desesperación gritabas descontroladamente por ayuda, y por ello no puedes oír Su voz, dándote la respuesta.  Cuando Le oigas sabrás que todo está bien, y que si fuese necesario, nuevamente caminarías por las aguas, a pesar de que las circunstancias adversas puedan salirse de control otra vez.

“Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros, que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos;” 2° Corintios 4:7-9

 

Pero sí tu caso es diferente y aun aguardas una respuesta, mientras todo permanece en silencio, y la tormenta cada vez se vuelve más oscura e intensa. Hasta incluso estas considerando abandonar, quiero decirte que aguardes un tiempo más y deja que la prueba te haga lo que deberías ser. Aprovecha cada oportunidad para poder crecer aún más y ver qué es lo que Dios está queriendo hacer con tu vida. Espera con paciencia y alegría.

¿Alegría?

Si claro, con alegría Pedro nos recuerda lo siguiente: “En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo.” 1 Pedro 1:6-7

Es el colmo, ¿estar en malos tiempos y alegrarme de ello?

SI. Pero no te olvides que será por un corto tiempo, y luego todo pasara. Y cuando la tormenta pasa sabe ¿qué es lo que más me gusta? Que el sol brilla más fuerte que nunca.

Sé que las tormentas son difíciles y has de decírmelo de miles de maneras, pero hasta incluso Pablo tiene un apartado en Romanos 5.3-5, para los desesperanzados en medios de las situaciones más extremas a las cuales el llama tribulación: «…nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.»

¿Estoy loco? Si (eso ya lo sabíamos)… pero sabes mi esperanza será verle nuevamente a mi Dios brillando más fuerte que nunca sobre medio de la adversidad, demostrándome que todo está bien, que aquello que soñaste ha de suceder, que Él es el camino a casa, y no hay más porque preocuparse, porque Él es el encargado de acompañarte en ese camino.

Ahora volvemos a mi imaginación, pero como estamos entre amigos, dejare que tu imaginación termine la historia del accidente, ¿huiras del lugar o esperaras ver el milagro en medio de las llamas?

Por mi parte, tratare de imaginarme y de vivir como termina la historia… es que un detalle que no te he contado es que, yo no iba manejando sino que también era un pasajero más del vehículo, que el mejor de los amigos me ha invitado cordialmente a dar una vuelta, y como me caes bien, te extendí la invitación.

Aun no sé ¿cómo ha de terminar la historia del accidente? Porque yo también estoy viviendo mi accidente personal, en lo privado, en medio de mi soledad. Y aunque mis nubes de tormentas pronto desaparezcan, la tempestad por momentos se vuelve tan intensa que mi memoria suele volverse frágil, haciendo que por momentos, piense en abandonar y tome el camino más fácil. Pero a pesar que no puedo evitar esos pensamientos hay uno mucho más fuerte, que no me deja ser vencido y es mi esperanza es mi Dios y que Él tiene cuidado de mi vida en todo tiempo, a pesar que no lo vea.

 “Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón; Y salva a los contritos de espíritu”

Salmos 34:18

“Cuando en mí la angustia iba en aumento, Tu consuelo llenaba mi alma de alegría.”

Salmos 94:19

 

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Me siento como si estuviera atrapado en medio de un huracán
Permaneciendo de pie en el ojo de la tormenta
El agua es profunda y las olas se estrellan
Y estoy perdiendo, estoy perdiendo mi camino a casa

Pero no temeré
Cuando las tormentas de la vida aparezcan
Porque Tú me abrazas y abrazas bien fuerte
Tú me mantienes con vida
Cuando las tormentas de la vida se presentan
Y me estas ayudando, ayudando a pelear, a través de la noche

Cuando la vida no es lo que pensaba que sería
El dolor a veces es más de lo que puedo soportar
Y he tenido que aprender mucho de la manera más difícil
Pero confío en que mi vida está en tus manos

Pero no temeré
Cuando las tormentas de la vida aparezcan
Porque Tú me abrazas y abrazas bien fuerte
Tú me mantienes con vida
Cuando las tormentas de la vida se presentan
Y me estas ayudando, ayudando a pelear, a través de la noche

Y Tú me abrazas, me abrazas
Y Tú me encuentras, me encuentras
Y Tú me guías, me guías
A través de la noche

No temeré
Cuando las tormentas de la vida aparezcan
Porque Tú me abrazas y abrazas bien fuerte
Tú me mantienes con vida
Cuando las tormentas de la vida se presentan
Y me estas ayudando, ayudando a pelear, a través de la noche

Escrito por Josafat

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